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viernes, 19 de febrero de 2021

10 lugares insólitos de Madrid

 


Entre las calles castizas de Lavapiés, los bares hípsters de Malasaña y los cafés con encanto del Barrio de las Letras se esconden espacios únicos y originales, pequeñas joyas arquitectónicas que parecen sacadas de otras ciudades, épocas y estilos. Desde un jardín tropical hasta una iglesia ortodoxa o un centro espacial de la NASA, una ruta por los lugares más extraordinarios de la capital que os transportarán lejos de Madrid sin moveros del sitio.


1. Una iglesia al estilo bizantino

En mayo de 2013 abría sus puertas en el barrio de Canillas la Iglesia de Santa María de Magdalena, el segundo templo ortodoxo de la capital tras la Catedral Ortodoxa griega de los Santos Andrés y Demetrio, puesta en marcha cuatro décadas antes.  Realizado en estilo bizantino, el edificio atrae la atención de quienes pasean por la Gran Vía de Hortaleza con sus cinco domos o cúpulas doradas, que representan a Cristo y los cuatro evangelistas, y su llamativa estética blanca, que recuerda a la arquitectura de los pueblos del sur de España. La pieza estrella de su interior, mucho más sobrio, es la pintura de Santa María Magdalena, de la que toma nombre la parroquia, custodiada en los siglos XVIII y XIX por la capilla de la embajada rusa, hasta su exilio a Argentina tras la ruptura de relaciones con la iglesia rusa a finales del XIX.

¿Dónde?: Gran Vía de Hortaleza, 48


2. Una jardín tropical dentro de una estación

Un buen libro, un café y los cientos de tortugas que habitan esta pequeña selva urbana pueden convertirse en los mejores compañeros en la espera del próximo tren o la llegada de un ser querido. Unas 7.000 plantas de 400 especies diferentes conforman este peculiar jardín con un microclima propio bajo la estructura metálica y acristalada de la estación.

¿Dónde?: Estación de Atocha.


3. La 'Capilla Sixtina' de Madrid

Su fachada sencilla y sobria, realizada en ladrillo, poco hace presagiar que su interior pueda acoger la que es conocida popularmente como la ‘Capilla Sixtina de Madrid’. Y no es para menos. Completamente pintada al fresco, la Iglesia de San Antonio de los Alemanes forma parte del conjunto hospitalario fundado por Felipe III a principios del siglo XVII para atender a enfermos y peregrinos portugueses de paso por Madrid. De ahí que el nombre original del templo fuera San Antonio de los Portugueses, denominación que se abandonaría en 1640 cuando la corona española perdió Portugal y que se sustituiría por la actual tras pasar a destinarse a la comunidad alemana. Elaborados por pintores como Juan Carreño de Miranda, Francisco de Ricci o Luca Giordano, los frescos de la iglesia narran distintos pasajes de la vida y milagros de San Antonio de Padua, santo a la que se dedicó en sus orígenes.

¿Dónde?: Corredera Baja de San Pablo, 16.


4. Nuestra propia Torre de Belém

A medio camino entre un lago de las Highland de Escocia y la famosa Torre de Belem de Lisboa se encuentra el embalse de Santillana o de Manzanares el Real, localidad donde está situado. Este gran lago artificial ocupa más de mil hectáreas y se construyó en 1907. La idea era que la presa no desentonara con el entorno (el conocido castillo de la zona está muy próximo), así que se utilizó mampostería de granito. Y en el nexo de unión entre las dos zonas de la presa se alza esta torre de 35 metros de altura y forma octogonal, que quedó anegada y situada en medio del agua tras la construcción de la nueva presa en 1979 -cinco metros más alta que la anterior-.

¿Dónde?: Manzanares el Real.

5. Un pedacito de Berlín en Madrid

Durante gran parte del siglo XX un muro separó una ciudad, un país y el mundo entero. Berlín vivió durante años dividida por un bloque de hormigón y cemento de más de 150 kilómetros y 3,5 metros de altura que, hasta su caída el 9 de noviembre de 1989, avergonzó a la humanidad. La capital alemana y Madrid están hermanadas –sus escudos incluso están protagonizados por un oso- y esa unión hizo que tres bloques del muro fueran trasladados a la urbe española para que sus habitantes pudieran recordar este episodio negro de la historia. Incluso estos fragmentos cuentan con sus pinturas originales, aunque estuvieron a punto de ser borradas por un funcionario despistado. Están instalados en el parque de Berlín, entre las calles de Príncipe de Vergara y Ramón y Cajal, en pleno Chamartín. Casi cinco hectáreas de verde que acogen, entre otros elementos, una estatua de Beethoven y otra del oso berlinés. Un rincón muy alemán idóneo para disfrutar de un buen paseo.

¿Dónde?: Parque de Berlín.


6. La vidriera del modernismo

Este edificio ha cogido mala fama en los últimos años por ser la sede de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE). Su fachada es inconfundible y es el ejemplo mejor conservado y más importante del movimiento modernista en Madrid. Sin embargo, uno de los secretos mejor guardados del Palacio de Longoria es su impresionante cúpula, obra de la Casa Maumejean, una empresa familiar fundada en 1860 por Jules Pierre Maumejean dedicada a la realización de vidrieras. Un maravilloso espectáculo para la vista gracias a sus cristales de colores iluminados por el sol.

¿Dónde?: Palacio de Longoria.


7. El 'hanami' madrileño

El ‘hanami’ es la tradición japonesa de observar la belleza de las flores y se utiliza normalmente cuando llega la época de floración de los cerezos y los nipones acuden a los parques cercanos a disfrutar de este fenómeno de la naturaleza. En Madrid tenemos algo similar en La Quinta de los Molinos. Este bonito parque, situado en el barrio de El Salvador del distrito de San Blas, es un desconocido para muchos madrileños. Sus 21,5 hectáreas albergan una gran cantidad de especies, como olivos, pinos y eucaliptos, además de varias fuentes y un lago. Pero las verdaderas protagonistas son las flores blancas y rosadas de los almendros, que desprenden además un olor embriagador. Este jardín era propiedad del Conde de Torre Arias, pero en 1920 pasó formar parte del patrimonio de César Cort Botí, un ingeniero y arquitecto. Desde 1997 está considerado como Parque Histórico y los fines de semana se llena de familias con niños que juegan a la pelota, parejas de todas las edades y grupos de amigos que no paran de hacer fotos a los coloridos árboles con sus móviles.

¿Dónde?: Parque de la Quinta de los Molinos.


8. Usera-Chinatown

Si las ciudades más famosas del mundo, como Londres o Nueva York, tienen su propio barrio chino, Madrid no iba a ser menos. En los últimos años, la población china de la ciudad ha escogido Usera como epicentro para sus comercios, restaurantes, bancos y todo tipo de servicios adaptados a sus costumbres y, por supuesto, su idioma. Pasear hoy en día por sus calles es encontrarse con carteles escritos con caracteres chinos en cada fachada y los supermercados asiáticos son los más habituales. También es la mejor zona para disfrutar de su gastronomía (no dejéis de acercaros a Royal Cantonés).

¿Dónde?: Usera

9. El pequeño Versalles

Los Jardines de Aranjuez son un clásico entre los lugares más bellos de Madrid. Bosques, jardines, parques, fuentes y estatuas forman parte de este bello conjunto, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2001. Este espacio verde está situado junto al río Tajo y al Palacio Real de Aranjuez, conocido también como el pequeño Versalles por sus similitudes con el complejo francés, y está dividido en el Jardín del Parterre, el de la Isla, el del Príncipe y el de Isabel II. Kioscos chinescos, templetes y estanques se distribuyen por cada hectárea de este recinto en el que merece la pena perderse durante horas.


10. La NASA en Madrid

Ahora que parece que podríamos tener vecinos espaciales tras el descubrimiento del sistema solar Trappist-1, está muy bien tener cerca el Complejo de Comunicaciones con el Espacio Profundo de Madrid (Madrid Deep Space Communications Complex). La propietaria de estas instalaciones, que empezaron a construirse en 1964, es la Agencia Espacial de los Estados Unidos de Norteamérica, la NASA, y en la actualidad cuenta con seis antenas (cuatro de ellas operativas) de diferentes diámetros equipadas para el seguimiento de vehículos y sondas espaciales. Este complejo forma parte de una red mundial que cuenta con otros dos centros similares en Australia y California y está situado en a 65 km al oeste del centro de la ciudad.

¿Dónde?: En la sierra de Madrid, en el término municipal de Robledo de Chavela.


domingo, 1 de noviembre de 2020

La España Mágica en 10 lugares asombrosos

 Bosques milenarios, enclaves místicos, caprichos modelados por la madre naturaleza, aldeas llenas de leyenda… Así son estas maravillas situadas en diversos puntos de la geografía española y a las que rodea un halo de misterio, perfecto para el viajero ávido de experiencias. 


Torcal de Antequera, Málaga

Unos 175 millones de años tardaron en acumularse esqueletos y caparazones de animales marinos en el fondo del mar. Y hace 14 millones, las placas tectónicas ibérica y africana empezaron a empujarse comprimiendo esos sedimentos y creando paisajes, con ayuda del agua y el viento, como el del Torcal de Antequera. Situado entre las localidades de Antequera y Villanueva de la Concepción, toma su nombre de la acumulación de torcas, pequeñas depresiones circulares rellenas de arcilla.

El equilibrio de estas piedras calizas parece casi imposible: tienen forma de tornillo, de camello, de cáliz... Y casi todas están formadas por estratos horizontales como si las hubieran colocado dos gigantes jugando al jenga. Además, se dice que el lugar es un vórtice de energía. 


Geoda de Pulpí, Almería

A primera vista, parece ser un material capaz de anular los poderes de un superhéroe. Sin embargo, son cristales de yeso que tapizan una geoda de ocho metros de longitud y dos de altura. Este hueco en la roca es una verdadera joya geológica, la más grande de Europa. Hace 21 años que se llegó a ella casi de casualidad, como suele ser habitual en el descubrimiento de muchos yacimientos arqueológicos y geológicos.

Está a 60 metros de profundidad en la Mina Rica, situada a unos cuatro kilómetros del municipio almeriense de Pulpí, en plena Sierra del Aguilón. Sumergirse en sus profundidades es entrar en lo desconocido, rumbo al centro de la tierra, como si nos guiaran el profesor Otto Lidenbrock y su sobrino Axel, los protagonistas de la famosa novela de Verne. Una vez cara a cara con esta formación caprichosa, cuyo origen está en la mezcla de agua con magma volcánico, hay que contener la respiración, no sea que el yeso sucumba a su poca dureza. 


Laurisilva, Tenerife

Son el único resquicio de bosques que quedan de la Era Terciaria y poblaban hace 20 millones de años la cuenca mediterránea. Los cambios climáticos del Cuaternario acabaron con ellos, pero la bruma de los alisios y la temperatura templada de la Macaronesia les permitieron seguir echando raíces. En el caso español, los podemos encontrar en las islas de Gran Canaria, en La Gomera, en La Palma, en El Hierro y también en Tenerife, concretamente en el Parque Rural de Anaga.

Anaga es un lugar lleno de leyendas, de cuentos de brujas, de piratas... A ello se une que el macizo de Anaga es una de las áreas geológicamente más antiguas de Tenerife, perfectas para el cultivo de todo un universo de mitos y fábulas.


Jardins Artigas, Barcelona

Si hay un diseñador mágico, ese es Gaudí. Ese estilo orgánico del que dotó a sus construcciones está perfectamente representado en los jardines de Can Artigas, quizá una de sus obras aún por descubrir. Los creó entre 1905 y 1907 en La Pobla de Lillet. El jardín se abre paso entre la naturaleza, acompañándola con cuevas, cascadas, arcos, esculturas… Las formas animales nos sorprenden en cada esquina.

Solo se oye el agua del río Llobregat, colaborador imprescindible de este conjunto. Se puede acceder a los jardines con el Tren del Cemento, que recorre 3,2 kilómetros pasando por La Pobla, los mismos jardines y terminando en las instalaciones del Clot del Moro. 


Las médulas, León

Poco antes de morir observando una erupción del Vesubio en el año 79, Plinio el Viejo estuvo en Las Médulas. Él describió en su Historia Natural las técnicas para obtener oro, el metal precioso responsable de la formación de este paisaje de picachos de tierra roja. Las Médulas están situadas en el Bierzo, al noroeste de los Montes Aquilianos y junto al valle del río Sil, y geológicamente son un fondo de lago de la Era Terciaria.

Pero fueron los romanos quienes intervinieron en su formación al utilizar el sistema de ruina montium para extraer oro: el agua de los riachuelos de la montaña se iba canalizando y embalsando en la parte superior de la explotación y con su fuerza, deshacía la montaña y arrastraba las tierras que contenían oro. Así crearon la mayor mina romana a cielo abierto de Europa. 


Los órganos, La Gomera

Como tubos afinados de órganos de los que, en cualquier momento, va a escaparse la Tocata y fuga en re menor BWV 565 de Bach. Así se presenta al mundo este monumento natural de La Gomera, un acantilado de rocas volcánicas situado en la costa norte de Vallehermoso.

Lo mejor es que solo se pueden apreciar desde el mar, por lo que avistarlos desde un barco se torna todavía más especial. Son columnas de basalto de 200 metros de ancho por 80 de alto que no se quedan solo en la superficie, sino que continúan por debajo del mar. De hecho, ha sido la erosión marina la que ha dejado al descubierto este pitón sálico tan espectacular y casi musical. 



San Juan de Gaztelugatxe, Bizkaia

Llegar a este islote rocoso, situado entre las localidades vizcaínas de Bakio y Bermeo, no es fácil. Hay que cruzar un puente y subir más de 240 escalones de piedra para alcanzar la ermita que lo corona (dedicada a San Juan Bautista) y cuya campana hay que tocar tres veces para ahuyentar a los malos espíritus. Piratas e incendios han dejado su huella en esta roca mágica, pero la leyenda cuenta que también lo hizo el mismo San Juan.

Este llegó desde Bermeo hasta la ermita dando tan solo tres grandes zancadas y prueba de ello son las cuatro huellas que encontrarás en la zona: la primera, en el Arco de San Juan de Bermeo; la segunda, junto al caserío Itsasalde; la tercera, en el alto de Burgoa; y la última, justo en el último escalón antes de llegar a la ermita. 


Pallozas de Piornedo, Lugo

Es fácil imaginar a los lugareños en torno a la lumbre de una palloza en Piornedo contando leyendas de hombres lobo, de diablos que se aparecen en puentes, de mujeres que se convierten en ciervos, de fuentes en las que hay que beber tres veces para conseguir conquistar a la persona amada. Es normal que esta aldea del concello lucense de Cervantes forme parte de las rutas de la Galicia Máxica, ya que sus construcciones circulares prerromanas con sus tejados de paja en forma de cono tienen misterio (al igual que sus hórreos).

Piornedo es un asentamiento en la dura montaña de la Sierra de Ancares, una montaña rodeada de leyendas, un lugar donde el tiempo y la historia han quedado detenidos evocando sus raíces celtas. Un lugar en el que el espíritu de Ánxel Fole aún susurra cuentos á lus do candil. 


Rio Tinto, Huelva

Rojizo en unas zonas, ocre en las orillas. Son los colores que las sales ferruginosas le otorgan al Río Tinto, nacido en la sierra de Padre Caro y muerto en la ría de Huelva, donde se une al Odiel. Marciano en cuanto a su posible similitud con las condiciones ambientales del planeta rojo (que buscan la NASA, el CSIC e INTA a través del Proyecto Marte), el Parque Minero de Riotinto muestra las huellas de 5.000 años de actividad minera.

Entre sus rincones más mágicos, la llamada Peña de Hierro, una mina que destaca por su profundidad y por el lago multicolor que hay en su fondo; de ahí que se la conozca como la Mina Arcoíris. Pensar que este río (junto al lugar en que se empezó a jugar al fútbol en España y que Concha Espina describió tan bien en El metal de los muertos) pueda servir de pasarela algún día hacia Marte es ya asombroso. 


Cuevas del Drach, Mallorca

La Banderas, los Baños de Diana, el Pequeño Lago, el Monte Nevado, el Lago Martel… Todos ellos forman parte de las cuevas del Drach, compuestas por cuatro espacios conectados y descubiertas en el año 1880 por los espeleólogos Will y Martel, pero ya conocidas durante la Edad Media. Situadas en Porto Cristo, Mallorca, recorrer los 1,2 metros de cueva visitable, con un desnivel de 25 metros y concierto de música clásica incluido, es indescriptible. Y, por supuesto, vienen con leyenda asociada.

Mientras los historiadores recogen el nombre Drach en sus primeros compendios de la historia de Mallorca, otros prefieren relacionar el término con el del dragón que custodiaba un tesoro en ellas y que no dudaba en aparecerse a todos los que intentaran arrebatárselo. Tal vez el tesoro fuera la misma cueva, cuyos techos de estalactitas crecen un centímetro cada 100 años. 

    Fuente.



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